lunes, 9 de agosto de 2010

Capítulo 1


(Daniela)
Eché un último vistazo al armario antes de decidirme por un vestido largo palabra de honor en color azul y unas sandalias de tacón en el mismo color.

Me recogí el pelo, me pinté la raya del ojo en negro y cogí mi chaqueta y un bolso blanco del perchero de la entrada.
Salí de casa y cerré la puerta a mis espaldas.
Me recibió el tráfico, el ajetreo y una brisa de aire fresco.
Suspiré y me subí en el taxi que me esperaba en la puerta.
Apenas llevaba cinco minutos en él cuando me sonó el móvil, era Alex.
-          Llegaré en diez minutos aproximadamente – dije a modo de saludo.
-          Yo me retrasaré un poco – explicó – Pero no tardaré mucho más de media hora.
Nos despedimos y guardé el móvil en una de las cremalleras del bolso.
Los siguientes diez minutos transcurrieron en un completo silencio, el taxista me miraba de reojo pero no se atrevió a decir ni una sola palabra.
Cuando llegamos le pagué y salí del vehículo.
Frente a mí se hallaba el edificio de uno de los periódicos más importantes de la ciudad, el News, del que Alex era accionista mayoritario debido a la herencia de su padre.
Yo era “la chica del jefe” y esta vez llegaba sola.
Me armé de valor y entré en el edificio.
El portero me saludó amablemente y me indicó que la fiesta se celebraba en la cuarta planta, la última.
Se celebraba la adquisición de un nuevo periódico que se convertiría en un subordinado del News, la gente más importante de la ciudad estaba invitada a la fiesta.
Me sentía fuera de lugar en aquella fiesta, rodeada de personas importantes, millonarios, empresarios, políticos.
¿Quién era yo? Una simple estudiante de medicina.
Por suerte para mí Alex había invitado a Vanessa, mi mejor amiga.
La reconocí nada más llegar a pesar de la multitud de gente que se agolpaba a mí alrededor.
Llevaba un precioso vestido largo en color azul claro con un solo tirante.

-          Estás esplendida – me halagó al verme.
-          Tú no te has quedado atrás – sonrió.
Muchos de los invitados, la mayoría empleados de Alex, me reconocían y se paraban a saludarme. Otros desconocían quien era.
Al cabo de tres cuartos de hora hizo su aparición el más esperado de la fiesta, Alex.
Me acerqué a él y entonces me percaté de que estaba acompañado de Mireya.
Hicieron su entrada magistral agarrados del brazo y sonrientes.
Mireya llevaba un vestido del mismo color que el mío y también largo, aunque de atar al cuello, pero aún así parecía como si las dos novias de Alex nos hubiéramos puesto de acuerdo para llevar vestidos prácticamente iguales.

La fiesta mejoraba por momentos, yo llegaba sola y después de esperar a Alex él llegaba acompañado de Mireya, ¡genial!
-          Daniela – Alex se acercó a mí y me besó.
Me aparté y me miró interrogante.
-          ¿Qué te ocurre?
-          ¿Crees que me siento cómoda con la situación? – le miré furiosa – Ya es bastante difícil aceptar compartirte con ella como para que me lo restriegues llegando en su compañía.
-          Mireya está en mi vida, igual que tú – intentó besarme de nuevo.
-          A veces siento que ella lo está más que yo – susurré.
-          ¡No digas tonterías! ¿Todo esto es porque llegué con ella? Otro día llegaré contigo.
-          ¡Hay media ciudad aquí presente! Si tienes dos novias por lo menos llega solo, aunque invites a las dos – me alejé y regresé al lado de Vane.
Hacía tres años Mireya y yo habíamos sido grandes amigas, las mejores, pero entonces ambas empezamos a salir con el mismo chico, las dos nos enamoramos de Alex.
Al principio no sabíamos que Alex salía con las dos, nos había pedido discreción no quería que su padre, que aún vivía, se enterará de que salía con alguien.
Así que ni siquiera se lo conté a mi mejor amiga, ni ella me lo contó a mí.
Luego un día quedó con las dos y nos explicó sus sentimientos, según él nos quería a las dos, nos necesitaba a ambas.
Tras días pensándolo tanto Mireya como yo aceptamos su doble relación, pero nuestra amistad se rompió.
Intentamos llevarnos bien pero era imposible, el solo pensamiento de Mireya con Alex hacía que la odiara.
Ahora tres años después empiezo a pensar que no deberíamos habernos enfadado, porque al fin y al cabo el que lo empezó todo fue Alex y ni siquiera nos enfadamos con él al descubrir que salía con las dos a la vez.
Pero ya era demasiado tarde para todo eso, en apenas un mes tanto Mireya como yo pasaríamos por el altar, nos casaríamos con  Alex.

(Mireya)
Llegar a la fiesta del periódico News en compañía de Alex, el accionista mayoritario, confirmaba que éramos novios. Aunque la mayoría de la gente ya lo sabía, también sabían que Alex no solo salía conmigo sino que además salía con Daniela.
Hacía tres años Daniela había sido mi mejor amiga, entonces descubrí que amabas salíamos con Alex, que él salía con las dos, y nuestra amistad se terminó.
Entré en la fiesta del brazo de Alex, sonriente, a pesar de que en mi interior se ocultaban un millón de dudas.
Los invitados se giraban para vernos y nos saludaban amablemente.
Entonces vi a Daniela, llevaba un vestido similar al mío. Alex se acercó a saludarla.
Ella estaba enfadada, la conocía lo suficiente como para poder verlo en su mirada. Enfado, confusión… Por un momento me sentí igual que ella.
-          Mire – Tamara, mi actual mejor amiga se acercó a mí y me dio un efusivo abrazo.
-          Hola – sonreí vagamente.
-          ¿Estás bien? – preguntó – Desde luego no parece que estés en una fiesta, más bien en un velatorio.
No dije nada. Tamara se dio cuenta de que estaba mirando a Daniela.
-          Una elección desacertada – comentó – Vais prácticamente iguales.
Me fijé en Tamara.
Llevaba un vestido negro, largo, con un corte palabra de honor pero de atar al cuello y unas sandalias planas en el mismo tono.

Tamara era muy distinta a Daniela, supongo que por eso se convirtió en mi mejor amiga, porque era totalmente opuesta a ella.
El pelo corto y rubio de Tamara contrastaba con el largo cabello negro de Daniela, además, está última era mucho más alta.
Respecto a la personalidad tampoco se parecían demasiado, solo tenían un aspecto en común, ambas se preocupaban por las personas a  las que querían.
A veces sentía el impulso de hablar con Daniela y arreglar las cosas, decirle que la echaba de menos, que no le guardaba rencor… Otras no podía ni mirarle a la cara.
Mi hermano Pablo, el mayor de diecinueve años, se acercó a saludarme. Él también estaba invitado a la fiesta, al igual que Darío, mi otro hermano de dieciséis años, y la hermana de Daniela, Ainhoa de la edad de Darío.
-          Hola Mireya – me dio un pequeño abrazo.
-          Hola – sonreí.
-          Una fiesta increíble – comentó – No creí que hubiera tanta gente.
-          Ya sabes, Alex.
Pablo sonrió, se disculpó y se alejó.
En una mesa pude ver a Darío, Daniela y unos amigos. Mi hermano y la hermana de Daniela se llevaban muy bien, la situación entre ella y yo no les había afectado, y me alegraba por ello.
-          Mireya – la voz de Daniela habló a mis espaldas.
Me giré lentamente.
Allí estaba, me contemplaba y jugueteaba con el bolso, estaba nerviosa al igual que yo.
-          Daniela – susurré.
-          Quiero hablar contigo – miró a Tamara – A solas.
Tamara se colocó entre Daniela y yo, dispuesta a evitar la conversación.
-          Vayamos a la tercera planta – accedí – Nadie nos molestará.
Daniela asintió complacida y nos alejamos de la multitud.

(Daniela)
Aun no podía creérmelo, Mireya había aceptado hablar conmigo.
Ni siquiera sabía muy bien que decirle, no esperaba que accediera fácilmente.
Caminamos en silencio hasta la tercera planta, entramos en el despacho de Alex, en el que habíamos estado alguna que otra vez.
-          ¿De qué querías hablar? – rompió el hielo Mireya.
-          Verás… - dudé – Había pensado que solo falta un mes para la boda y… sería mejor intentar llevarnos bien. Ya sabes, tendremos que convivir.
Mireya me miró dubitativa.
-          No sé si podré llevarme bien contigo, podré ignorarte de eso estoy segura. Pero llevarnos bien…
Suspiré.
Yo tampoco sabía si sería capaz, pero quería serlo, quería intentarlo.
-          Está bien – desvié la mirada.
Mireya agachó la cabeza.
-          Mireya – nos miramos – Sé que me he equivocado muchas veces, he cometido muchos errores, demasiados. Pero estoy segura de algo, quiero arreglar las cosas contigo. Desearía que todo fuera como antes… Echo de menos tu compañía, tu apoyo, tu sonrisa…

(Mireya)
Así que Daniela sentía lo mismo, también añoraba el pasado.
-          Yo también te echo de menos – admití.
Daniela pareció sorprenderse.
-          Pero no sé si seré capaz de arreglarlo – dije – Lo siento, pero te veo con Alex y…
-          Duele, te sientes engañada, utilizada – terminó la frase por mí – Yo me siento igual, yo también tengo miedo. Miedo a equivocarme, a que todo sea un gran error… A arrepentirme.
Me miró con tristeza.
-          Solo un mes – susurré – Dentro de tan solo un mes todo habrá terminado.
-          No habrá echo más que empezar – aclaró.
-          Yo tampoco estoy segura de mi decisión. Cuando le dije que si lo tenía muy claro, pero ahora…
Daniela me abrazó.
Recordé todos los momentos que viví junto a ella, tantos instantes juntas…
-          Cada día siento más que estamos cometiendo el peor error de nuestras vidas – confesó.
-          Yo también – la miré – Pero ya es demasiado tarde.
-          No lo es – la voz de Pablo me sobresaltó.

(Daniela)
Pablo, el hermano de Mireya, estaba frente a nosotras.
-          No lo es – repitió – No es demasiado tarde.
Mireya me miró confusa.
-          ¿Qué haces aquí? – preguntó.
-          Vanessa y Tamara estaban preocupadas – explicó – Me contaron que habíais bajado a la tercera planta, a hablar. Quería saber que ocurría.
-          Solo queríamos arreglar las cosas – dije.
-          Me parece bien – me sonrió – Enfadaros fue un error, un error que ha perdurado tres años.
Pablo se acercó a Mireya y le dio un abrazo.
-          ¿Por qué dices que no es tarde? – le preguntó ella.

1 comentario:

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    http://unahistoriaquerecordar.blogspot.com/2010/09/capitulo-11.html

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